¡Cuántos cambios ocurrieron después de la pandemia causada por el Coronavirus! Pero si tengo que elegir enfocarme en un cambio que nos pasó a TODOS es que hemos aprendido a usar las video conferencias casi a diario.
Pero no todos lo vivimos igual. Mi hijo de 9 años me dio una gran lección que te comparto porque explica tantas cosas que podemos estar viviendo sin darnos cuenta. Su reflexión fue maravillosa y te quiero contar como llegamos a eso.
Hace 30 años fui a Epcot Center en Disney World y vi que decían que un día la gente se iba a poder ver y hablar a la vez. Parecía mentira. Hace aproximadamente 15 años, apareció Skype y rara vez lo usaba para comunicarme con familiares y amigos. En el 2012 empecé a usarlo como herramienta de teletrabajo.
Pero éramos la minoría los que estábamos usando estas herramientas a diario. Hoy, todos la usan, sea Zoom, Skype, WhatsApp, FaceTime, en fin. Muchas opciones, mismas experiencias.
Lo interesante es lo que nos pasó. Pasamos de tener conversaciones con otros donde no nos veíamos (¡a menos que nos sentaran frente al espejo!) a tener que vernos todo el tiempo mientras le hablamos a los demás.
¿Cómo te sientes cuando te ves mientras le hablas a otros?
¿Eres de los que apaga la cámara o de los que la deja prendida? Si ya aprendiste a apagar tu “vista propia” en zoom, ¿prefieres dejar tu cámara prendida para que los otros te vean, pero no verte tú?
Empecé a preguntar a varias personas, ¿cómo te sientes cuando te ves al mismo tiempo que le hablas a otros? Cuando le pregunté a mi hijo me miró muy extrañado porque él solo decía “yo no quiero prender mi cámara” pero no lograba contestar a mi pregunta.
Entonces empecé a pensar, imaginar, suponer y juzgar todas las cosas que le podía estar pasando. Hice eso, pero no fue muy útil. Entonces le conté lo que otras personas me habían contestado:
¡Me distraigo! ¡Me encanta verme!
Hijo, otras personas me han dicho “Me encanta verme, me peino en cámara, me distraigo de la conversación porque me estoy mirando y no me había dado cuenta de que eso me estaba pasando.”
“Cuando tengo la cámara prendida, me enfoco en mi, es más, me busco todo el tiempo para ver cómo estoy.”
¿Te pasa?
Hijo, ¿será que te distraes al mirarte?
Ehhh…. No mamá, solamente no me gusta prender mi cámara.
Ok, seguimos buscando.
¡Me vuelvo consciente de mí mismo y no me gusta!
Hijo, otras personas me han dicho “No me gusta verme porque me doy cuenta de mi cabello, mi cara, no me gusta como me veo, tiendo a criticarme, creo que los demás se van a dar cuenta que no me lavé el pelo o que mis gestos son desagradables”
¿Te pasa?
Hijo, ¿será que tenemos que ayudarte a dejar atrás el autobullying porque no haces más que criticarte al verte?
Ehhh…. No mamá, para nada. Ya aprendí que no me debo maltratar, solamente no me gusta prender mi cámara.
Ok, seguimos buscando. (ya un poco más frustrada)
¡Me aburro y prefiero que no se den cuenta!
Hijo, otras personas me han dicho “Con la cámara apagada, puedo hacer lo que yo quiera y si me aburro, nadie se da cuenta.”
¿Te pasa?
Hijo, ¿será que tenemos que hablar con la escuela para que te den clases más interesantes o simplemente eres irrespetuoso con la maestra y no le prestas atención?
UY AQUÍ HAGO UNA PAUSA Y LES CUENTO QUE EMPECÉ A PENSAR EN MIS COLABORADORES. ¿Será que les aburren nuestras reuniones? ¿Será que les hago “perder el tiempo” con interminables video conferencias? Ay, debo revisar mi propio proceso… pero de regreso al cuento…
Ehhh…. Un poco si, la verdad es que estoy MUY aburrido en algunas clases pero, aunque me cambien de clases, igual no pienso prender la cámara.
Ok, ¡al menos logré algo! Con esto, logré cambiarle algunas adecuaciones en la escuela pero esto no resolvía mi problema.
Seguí con mi investigación, consultando con expertos, leyendo otros blogs, encuestando personas. En mi necesidad de llegar al fondo, no me iba a quedar tranquila porque además ya empezaba a pensar que yo era permisiva al no exigir que prendiera la cámara Y PUNTO.
“Mamá, ya sé lo que me pasa”
Hace 2 días, a las 10 de la noche, una voz se asomó en mi cuarto y me dijo, “mamá ya sé cuál es el problema”.
No me molesta la cámara prendida, no me molesta verme, no me distrae, no es nada de eso. Lo que me molesta es que mis compañeros y maestras vean todo lo que está pasando en mi casa. Yo tengo la computadora en un pasillo y todos pasan por detrás. Cada vez que alguien pasa a mi me da ganas de apagar mi cámara. ¡No estoy cómodo!
Si no te molesta, ¿por qué apagas la cámara? POR RESGUARDAR MI PRIVACIDAD
Perdimos espacios de privacidad. Cuando yo iba a mi oficina, tenía una vida privada, aparte de mi familia. Cuando mi hijo iba a la escuela, tenía una vida privada, aparte de nosotros. Tenía chistes que solo él y sus amigos entendían, tenía códigos que compartía con otros aparte de nosotros. Mis hijos adolescentes prenden su cámara porque tienen una habitación privada con puerta y la apagan porque quieren poder distraerse sin que el profesor lo note. Ese tema es distinto. Pero mi hijo pequeño, no tiene esa privacidad y yo, tampoco.
Me llaman a diario a preguntarme cómo resolver que una persona pueda hablar con su coach en privacidad. En mi casa hemos designado momentos y lugares que respetamos para que cada uno pueda tener espacio a solas y en privacidad.
Pero no podíamos resolver una habitación adicional para que mi hijo tomara clases y pudiera prender la cámara así que tuvimos que recurrir a la creatividad.
Debajo de esta sábana hay un jovencito tomando clases con su cámara encendida, sus audífonos para que nadie escuche y habla bajito para que los demás no sepamos lo que está diciendo. Comparte con sus compañeros y maestra en su privacidad.
Respetamos su necesidad de privacidad y la escuela apoyó con paciencia el proceso hasta que él mismo pudo encontrar la verdadera razón por la que no quería prender su cámara.
No le avergüenza su casa. No le avergüenza su cara ni gestos. No es autobullying. Es la necesidad de tener su propia vida, una vida que le pertenece a él y donde los demás, somos invitados cuando él lo decide así.
¿Cuál fue el ingrediente mágico para llegar a esta solución?
ESCUCHAR
¿Por qué pudimos escuchar en vez de imponer nuestra autoridad o ridiculizar el tema?
Porque entendemos que NADIE MERECE SER MALTRATADO y que todos somos buenos en nuestros corazones con lo cual, ni mi hijo estaba manipulando ni yo debía incomodarlo con algo que obviamente le generaba incomodidad.
Lograr observar, escuchar y luego tomar acción, es más fácil si eres un líder EPI.
Yo uso los 4 pilares a diario en mi vida personal, de pareja y de familia. Agradezco a diario contar con las estrategias de fortalecimiento de relaciones interpersonales y de reparación que me permiten lograr esto y muchísimo más. Agradezco haber dedicado 15 años a investigar este tema y poder vivirlo a diario pero sé que no es la realidad de la gran mayoría.
Yo soy un líder EPI, un educador EPI y quiero que tú te permitas serlo también.
Un educador, un padre de familia o un director de un ambiente de trabajo, LOGRAN MÁS cuando saben cómo fortalecer las relaciones interpersonales. Esto se logra más fácilmente cuando conocen los 4 pilares. Te invito a que mires el curso de Educador EPI Nivel 1 porque ¡todos somos educadores cuando lideramos gente!
Escúchate a ti mismo y a quienes te rodean. Ayúdalos a determinar lo qué les pasa para que puedan lograr su máximo potencial y así juntos, lograr más.
¿Conoces el Método EPI ® del cambio cultural? Conoce más aquí.
Te mando un saludo enorme!
Alejandra Schatzky Cohen
Chief Emotions Officer
Generación EPI
Creamos ambientes positivos para empoderarte y convertirte en un innovador natural.